jueves, 10 de abril de 2008

Hoy dormirás con los ángeles y soñarás conmigo, pero un día dormirás conmigo y soñarás con los ángeles.
Anónimo.

Angeles Caidos



Ángeles sobre mi. Estoy en el suelo. Tendido, yaciente. Moribundo quizá, no lo se; el caso es que me resulta imposible moverme. Siento la frialdad de la piedra en mi espalda, el cielo oscuro e interminable sobre mí, una pléyade de estrellas amenazando con desplomarse en cualquier momento y abrasarme. Y entonces vienen los ángeles. Los veo volar sobre mí, en círculos, envueltos en una luz blanca y pura. No puedo contar cuantos son, una infinidad. Van posándose en torno a mí, cegándome con su fulgor, que me impide ver sus rostros o sus contornos, y alargan sus manos hacia mí, mientras les contemplo, maravillado. Y entonces…Sus manos me tocan. Manos frías, muertas. Y la luz se desvanece, y al ver en qué se han convertido quiero gritar, quiero huir, pero mi voz y mis fuerzas me han abandonado. Seres de carne pálida, macilenta, como las de los cadáveres, de rostros sin facciones, surcados tan sólo por enormes bocas que se abren como cicatrices negras erizadas de colmillos. Inclinan sobre mí sus torsos esqueléticos y sus alas, comidas por los gusanos, se alzan hacia el cielo como una blasfemia. Siento cómo sus dedos ansiosos aferran mi carne, la retuercen, y sus bocas se acercan cada vez más, rezumando saliva y sangre. Uno me muerde en la cara. Otros le siguen: en el cuello, el vientre, las ingles… sus labios húmedos posándose sobre mi piel un instante antes de dejarme sentir el dolor de sus dientes aserrados, y entonces sí grito, grito como un animal torturado…Desperté aterrado, envuelto en sudor y dolorido por la tensión, y aquella noche fui incapaz de volver a dormirme. A la mañana siguiente, todo mi cuerpo estaba cubierto de cardenales. El cuello, el vientre, las ingles…Desde entonces, siempre procuro que la noche no me sorprenda fuera de casa. Y si por alguna razón llega el ocaso cuando aún estoy fuera, mientras busco cobijo nunca miro hacia el cielo.
Temo lo que pueda ver volando sobre mí.