Mucha gente busca refugio en la religión para resolver los problemas de la vida. La religión contiene en su seno muchos elementos que enseñan a vivir en situaciones difíciles. Pero debes creer en ella, y uno no siempre encuentra directrices adecuadas, pues a la promesa de la vida eterna y de la resurrección se añaden el infierno y las penas eternas. No estoy muy seguro de que exista mucha gente que crea de verdad en la resurrección. De cualquier modo, no es mi caso. En cambio, creo que existe mucha gente atormentada por las sanciones, las llamas y los infiernos. La religión es excelente porque ofrece consuelo y respuesta. El problema es… creer. Y, como sabeis, la creencia no es un acto de voluntad. O crees o no. ¿Dónde buscar refugio? ¿Quién sabe cómo se debe vivir? Montaigne afirmaba -con razón- que no sabemos vivir, que al final de nuestra vida poco hemos aprendido de ella y que la tarea más importante es aprender a vivir. ¿Qué debo hacer o qué puedo hacer contra el dolor, el desconsuelo, la desgracia? ¿Tenemos alguna fórmula que nos permita sobrellevar estas situaciones? ¿Cómo podemos buscar una salida a través de nuestras capacidades intelectuales? El Meister Erckhardt, te enseña una senda muy humana para reponerte de tus fragilidades, te dice por ejemplo que mires a tu alrededor y siempre encontrarás ejemplos peores que el tuyo, te dice que no mires lo que pierdes sino lo que todavía puedes hacer, te recomienda conservar el deseo de superar tus límites. Te dice: mira el inmediato presente y no el largo plazo. Ahora si sufrimos nos tomamos una droga, perdemos la identidad o hacemos lo que sea para ocultar nuestra situación, que calificamos de desesperada. En el pensamiento clásico existía una mayor confianza en el hombre y en la capacidad de la razón para afrontar las situaciones difíciles de la vida. Esa sabiduría -sagesse, dirían los franceses- fortalece nuestros espíritus, nos ayuda a aceptar nuestro destino y, además, a continuar buscando respuestas a las cuestiones que no sabemos responder. Acaso será cierto que la filosofía con mayúsculas es la que nos enseña a vivir, mientras que la filosofía con minúsculas es la que practicamos en las facultades?Esta sabiduría está en contradicción con una de las virtudes que todo el mundo me recomienda. La esperanza. Y está en contradicción porque la esperanza, en su sentido genuino, implica ignorancia y también implica que la voluntad del sujeto no puede hacer nada para transformar el mundo, sino simplemente aguardar a que se produzca el efecto beneficioso. Puedo esperar un cambio en mi salud, pero carece de sentido esperar que esta tarde se ponga el sol. Si tuviéramos información completa, la esperanza no tendría lugar. Como decía Spinoza, en su ética sólo hay esperanza si existe temor. La sabiduría vence al temor y destierra la esperanza. Es cierto que la pasión de la esperanza es atractiva, pero comporta el estado del temor, y la sabiduría exige ser menos dependiente de la esperanza. La tarea de vivir es muy complicada, es difícil vivir, muy difícil, porque creemos que dominamos el mundo cuando en realidad, nos parecemos al toro que sale enfurecido a la plaza y cree que dominará el ruedo. La realidad es muy otra, todos sabemos, menos el toro, que acabará entregando su vida. Él actúa como si la muerte no fuera con él, como si la lucha fuera igual, confía en sus fuerzas… es así como los hombres vivimos confundidos hasta que un día se presenta la fragilidad.
Por un buen Amigo, Joaquin Bonnin, fallecido el 11 de septiembre de 2008.