miércoles, 25 de junio de 2008

No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma.
PITÁGORAS de SAMOS
Al amor, al baño y a la tumba, se debe ir desnudo.

JARDIEL PONCELA, Enrique

Mi Tumba

Mi tumba es un lugar cambiante. En ocasiones la encuentro cálida, mullida; un refugio a prueba de toda inclemencia del exterior. Otras, las más, se convierte en un pozo frío, lúgubre, de oscuridad sin fondo, que roba el aliento. Dentro de este abismo, los ojos no sirven de nada, y los oídos sueñan voces oscuras. Una de ellas, la mía, intenta destacarse, servir de guía, pero confieso que resulta difícil poder distinguirla. Entre ecos, susurros, ensoñaciones y recuerdos que cruzan esta oscuridad, el tiempo se desgasta, y olvido, por momentos, cómo mi tumba se corroe en su fricción hostil con el mundo. ¿No es esta negritud interna un universo aparte? ¿No nacen estrellas y mueren mundos? ¿No es un reflejo del cielo nocturno? Solo, siempre solo en medio del eterno infinito. Un infinito de uno, espacio para toda soledad y ninguna compañía. No puedo moverme pese a que nada me lo impide. En este espacio cerrado no hay distancias, ni metas; en su lugar flota una espera, que con todo y con nada se llena. Aquí encerrado construyo la realidad. Enterrado en la tierra roja de mi cuerpo, mi voz es el rumor de un río subterráneo que fluye sin pausa. Sobre la misma sangre se hunden palabras extrañas. ¿Es esta la vida de un muerto? Mi mente es la canción de mil estrellas en esta helada noche de ataúd. Cada idea, un fulgor estéril. Cada emoción, un lamento. Todo es frío, no hay consuelo. El sueño de la existencia torna en pesadilla de sangre oscura.
Sí, ya no me cabe duda..............Mi cuerpo es mi tumba.