Un cuidador del zoo de Paderborn (Alemania) murió cuando un elefante defecó encima suyo.
El cuidador, de 46 años, dio a su estreñido elefante, 22 dosis de laxantes, además de bayas, higos y ciruelas. El resultado fue que el animal de golpe se sintió aliviado y descargó 200 libras de excrementos sobre éste.
La brutal defecación del elefante pilló desprevenido a su cuidador, que empujado por la fuerza de las heces, cayó de espaldas golpeándose contra una piedra. Según la policía, mientras el cuidador yacía inconsciente, el paquidermo siguió soltando encima suyo su materia orgánica.
Permaneció bajo la masa tóxica durante una hora, hasta que una persona que pasaba por allí dio la alerta. Pero ya era demasiado tarde. Bajo la inmensa masa de estiércol sólo se veían las pantorrillas y los pies del domador. Friedrich había muerto ahogado.
Todo había empezado un 23 de abril cuando Friedrich notó que su elefante, valorado en unas 8.000 libras, no defecaba con la abundancia con que solía hacerlo anteriormente.
- Friedrich estaba bastante preocupado, porque sabía que el estreñimiento puede acabar matando a un elefante -dijo Kurt Herman, ayudante del cuidador-. Me dijo que ese jueves se quedaría hasta tarde para darle al elefante laxantes e incluso hacerle un enema. Me ofrecí a ayudarle, pero me dijo que me fuera a casa, que lo tenía todo controlado.
- Nunca pensé que pudiera pasar algo así, pero ahora soy consciente de que hacer una enema a un elefante puede ser una actividad realmente peligrosa -advirtió Kurt.
El cuidador, de 46 años, dio a su estreñido elefante, 22 dosis de laxantes, además de bayas, higos y ciruelas. El resultado fue que el animal de golpe se sintió aliviado y descargó 200 libras de excrementos sobre éste.
La brutal defecación del elefante pilló desprevenido a su cuidador, que empujado por la fuerza de las heces, cayó de espaldas golpeándose contra una piedra. Según la policía, mientras el cuidador yacía inconsciente, el paquidermo siguió soltando encima suyo su materia orgánica.
Permaneció bajo la masa tóxica durante una hora, hasta que una persona que pasaba por allí dio la alerta. Pero ya era demasiado tarde. Bajo la inmensa masa de estiércol sólo se veían las pantorrillas y los pies del domador. Friedrich había muerto ahogado.
Todo había empezado un 23 de abril cuando Friedrich notó que su elefante, valorado en unas 8.000 libras, no defecaba con la abundancia con que solía hacerlo anteriormente.
- Friedrich estaba bastante preocupado, porque sabía que el estreñimiento puede acabar matando a un elefante -dijo Kurt Herman, ayudante del cuidador-. Me dijo que ese jueves se quedaría hasta tarde para darle al elefante laxantes e incluso hacerle un enema. Me ofrecí a ayudarle, pero me dijo que me fuera a casa, que lo tenía todo controlado.
- Nunca pensé que pudiera pasar algo así, pero ahora soy consciente de que hacer una enema a un elefante puede ser una actividad realmente peligrosa -advirtió Kurt.
0 comentarios:
Publicar un comentario