ATIÁR FOC

martes, 26 de enero de 2010


PALMA. Palma demostró ayer que, cuando la dejan, es capaz de acoger una gran fiesta como el Atiàr Foc de anoche, un multitudinario correfoc que convocó –según la Policía Local– a más 60.000 ciudadanos de todas las edades con muchas ganas de fiesta, de pasárselo bien y, por qué no, de olvidarse de la crisis por una noche y practicar el hedonismo. ¿No son los diablos, al fin y al cabo, unos hedonistas sin remedio? La cifra de asistentes, no obstante, podría haber sido bastante más alta debido a que el recuento se realizó a las 21 horas en el Parc de la Mar, y no se tuvo en cuenta a los espectadores que se acercaron al punto de partida, en la plaza de sa Feixina. Además, el espectáculo fuerte frente a la Seu comenzó a las 21,20, cuando mucha gente estaba aún llegando al parque, tras las colles de dimonis y diables que habían salido del infierno ubicado bajo el colegio Jaume I. El Atiàr Foc dejó a muchos asistentes con la boca abierta y confirmó lo que los responsables del montaje venían avanzando: que sería una fiesta inolvidable, aunque quienes desearon ver el espectáculo desde el principio hasta el final lo tuvieran un poco crudo debido a la masa compacta de personas que se fue juntando conforme el correfoc iba a llegando a la Seu, que estaba teñida de rojo. Para cuando comenzó el atronador espectáculo Piromusical en el Parc de la Mar, una cosa quedó patente: que a pocos les resultó indiferente la gran puesta en escena. Bastaba ver la cara de los asistentes o escuchar sus comentarios ("increíble", "espectacular", "no me lo puedo creer", "la que han montado", "lo flipas"...), para comprobar que la explosión de música, luces y fuego quedará grabada en sus memorias durante algún tiempo. Pero también se oyeron comentarios del tipo "vaya tomadura de pelo", "al final, no era para tanto" o "el del año pasado fue mucho mejor". A las 20 horas en punto el colegio Jaume I explotó en llamas, como prólogo del inicio del correfoc: el suelo se abrió y, por allí, las colles de dimonis y diables comenzaron a salir de las entrañas de la tierra. Su objetivo era caminar hasta el paseo Sagrera para despertar a las siete bèsties de foc y, posteriormente, entregarse a una opípara fiesta entre el lago y la Seu. Durante el trayecto, las catorce colles de dimonis, venidas desde diferentes puntos de la isla, fueron demostrando sus artilugios y especialidades, siempre al ritmo de los percusionistas y los xeremiers. Ya en el Parc de la Mar, cuando la voz de la soprano Bárbara Femenías anunciaba la gran fiesta, la distribución por niveles de los dimonis, las colles, los diables, las bèsties de foc, los percusionistas y los xeremiers permitió a los espectadores hacerse una idea de lo que estaba sucediendo en el corazón del Parc de la Mar, pero no todo el mundo tuvo tanta suerte. El broche de oro fue el Piromusical, un delirio de pirotecnia acompañado de una aria compuesta especialmente para órgano, xeremiers y percusión.

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